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El Triste Olor de la Carne es un película que está desarrollada desde un punto de vista realista, casi documental, que pretende transmitir de manera cercana y poco estilizada, la situación que estamos viviendo. Una cámara al hombro sigue durante noventa minutos la rutina de Alfredo Barrera, un tipo que está a punto de explotar, a punto de perderlo todo. Es así como lo acompañamos sin concesiones, capturando cada detalle, cada respiración, cada gesto, cada paso. Una cámara que se mueve siempre a la misma distancia, cercana, que evita hacer juicios de valor, sólo se queda ahí, como un testigo silencioso, un ojo que podría ser el ojo del espectador, de un espectador que intenta descifrar qué pasa por la cabeza del protagonista.





















El sonido también es realista, escuchamos lo que escucha la cámara. La idea es obtener un sonido "imperfecto" donde se ocultan frases y palabras, dependiendo del entorno, un sonido que suena a la vida, ajeno a concesiones estéticas.





















El Triste Olor de la Carne es una vuelta a la contemplación brutal de la naturaleza, es un paisaje urbano donde el espectador puede posar su mirada intentando descifrar lo que no está a la vista, intentando comprender la naturaleza humana.

Una producción de:

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